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Olga Orozco

6 poemas

 

Con esta boca, en este mundo

No te pronunciaré jamás, verbo sagrado,
aunque me tiña las encías de color azul,
aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro,
aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas
y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos.

Tal vez hayas huido hacia el costado de la noche del alma,
ese al que no es posible llegar desde ninguna lámpara,
y no hay sombra que guíe mi vuelo en el umbral,
ni memoria que venga de otro cielo para encarnar en esta dura nieve
donde sólo se inscribe el roce de la rama y el quejido del viento.

Y ni un solo temblor que haga sobresaltar las mudas piedras.
Hemos hablado demasiado del silencio,
lo hemos condecorado lo mismo que a un vigía en el arco final,
como si en él yaciera el esplendor después de la caída,
el triunfo del vocablo con la lengua cortada.

¡Ah, no se trata de la canción, tampoco del sollozo!
He dicho ya lo amado y lo perdido,
trabé con cada sílaba los bienes que más temí perder.
A lo largo del corredor suena, resuena la tenaz melodía,
retumban, se propagan como el trueno
unas pocas monedas caídas de visiones o arrebatadas a la oscuridad.
Nuestro largo combate fue también un combate a muerte con la muerte, poesía.
Hemos ganado. Hemos perdido,
porque ¿cómo nombrar con esa boca,
cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo
con esta sola boca?

 

Com esta boca, neste mundo

Não te pronunciarei jamais, verbo sagrado
ainda que tinja minhas gengivas de azul
ainda que leve debaixo da língua uma pepita de ouro
ainda que derrame no coração um caldeirão de estrelas
e por meu rosto passe a correnteza secreta dos grandes rios

Talvez tenhas fugido para o lado da noite da alma
ao que não se alcança com lâmpada alguma
e não há sombra que guie meu voo pela entrada
nem memória que venha de outro céu para encarnar nesta dura neve
onde apenas se inscrevem o roce de um galho e a lamúria do vento

E nem um só tremor que assuste as mudas pedras
Já falamos demais do silêncio
o condecoramos como uma sentinela no arco final
como se nele repousasse o esplendor depois da queda
o triunfo da palavra com a língua cortada

Não se trata da canção nem do soluço
Já disse o amado e o perdido
travei com cada sílaba os bens que mais temi perder
Ao longo do corredor soa, ressoa a tenaz melodia
retumbam e se propagam como o trovão
umas poucas moedas caídas de visões ou arrebatadas à escuridão
Nossa longa luta também foi uma luta até a morte com a morte, poesia

Ganhamos. Perdemos
pois como nomear com esta boca
como nomear neste mundo com esta única boca neste mundo
com esta única boca?

 

 

No comiste del loto del olvido…

VI
No comiste del loto del olvido
– el homérico privilegio de los dioses –,
porque sabías ya que quien olvida se convierte en objeto inanimado
– nada más que en resaca o en resto a la deriva –
al antojo del caprichoso mar de otras memorias.
Y así escarbaste un día en tu depósito de sombras
y volviste a anudar con tiernos ligamentos huesecitos dispersos,
tejidos enamorados del sabor de la lluvia,
vísceras dulces como colmenas sobrenaturales para la abeja reina,
dientes que fueron lobos en las estepas de la luna,
garras que fueron tigres en la profunda selva embalsamada.
Y lo envolviste todo en ese saco de carbón constelado
que arrojaste hacia aquí, como hacia un tren en marcha,
y que en algún lugar dejó un agujero por el que te aspiran
y al que debes volver.

 

Não comeste o lótus do esquecimento

VI
Não comeste o lótus do esquecimento
– o homérico privilégio dos deuses –
porque já sabias que quem se esquece vira objeto inanimado
– nada mais que ressaca ou restos à deriva –
à vontade do caprichoso mar de outras memórias
E assim cavaste um dia em teu depósito de sombras
e restauraste com ternos ligamentos ossinhos dispersos
tecidos encantados pelo sabor da chuva
vísceras doces como colmeias sobrenaturais para a abelha rainha
dentes que foram lobos nas estepes da lua
garras que foram tigres na profunda selva embalsamada
E guardaste tudo nessa bolsa de carvão constelado
que atiraste para cá como em um trem em movimento
e que deixou em algum lugar um buraco por onde te aspiram
e ao qual deves voltar

 

 

Un rostro en el otoño

La mujer del otoño llegaba a mi ventana
sumergiendo su rostro entre las vides,
reclinando sus hombros, sus vegetales hombros, en las nieblas,
buscando inútilmente su pecho resignado a nacer y morir entre dos sueños.

Desde un lejano cielo la aguardaban las lluvias,
aquellas que golpeaban duramente su dulce piel labrada por el duelo
de una vieja estación,
sus ojos que nacían desde el llanto
o su pálida boca perdida para siempre, como en una plegaria que inconmovibles dioses acallaran.

Luego estaban los vientos adormeciendo el mundo entre sus manos,
repitiendo en sus mustios cabellos enlazados
la inacabable endecha de las hojas que caen;
y allá, bajo las frías coronas del invierno,
el cálido refugio de la tierra para su soledad, semejante a un presagio,
retornada a su estela como un ala.

Oh, vosotros, los inclementes ángeles del tiempo,
los que habitáis aún la lejanía
– ese olvido demasiado rebelde –
vosotros, que lleváis a la sombra,
a sus marchitos ídolos, eternos todavía,
mi corazón hostil, abandonado:
no me podréis quitar esta pequeña vida entre dos sueños,
este cuerpo de lianas y de hojas que cae blandamente,
que se muere hacia adentro, como mueren las hierbas.

 

Um rosto no outono

A mulher do outono chegava à minha janela
mergulhando seus rostos entre as vinhas
inclinando seus ombros, seus ombros vegetais, na névoa
buscando em vão seu peito resignado a nascer e morrer entre dois sonhos

A esperavam as chuvas desde um céu longínquo
as que batiam com dureza a suavidade da sua pele lavrada pelo luto
de uma velha estação
seus olhos nasciam do pranto
ou sua pálida boca perdida para sempre, como em uma oração
calada por deuses inabaláveis

Então estavam os ventos adormecendo o mundo com as mãos
repetindo em seu seco cabelo entrançado
a inacabável canção das folhas que caem
e lá, sob as frias coroas do inverno
o cálido refúgio da terra para sua solidão, semelhante a um presságio
voltou ao seu rastro como uma asa

Vocês, anjos implacáveis do tempo
os que ainda habitam a distância
– esse esquecimento rebelde –
vocês, que levam à sombra
aos seus ídolos desolados, eternos ainda
meu coração hostil, abandonado:
não podeis tirar essa pequena vida de mim entre dois sonhos
este corpo de cipós e de folhas que cai suavemente
que morre para dentro, como morrem as ervas

 

 

Para destruir a la enemiga

Mira a la que avanza desde el fondo del agua borrando el día con sus manos
vaciando en piedra gris lo que tú destinabas a memoria de fuego,
cubriendo de cenizas las más bella estampas prometidas por las dos
caras de los sueños.
Lleva sobre su rostro la señal:
ese color de invierno deslumbrante que nace donde mueres,
esas sombras como de grandes alas que barren desde siempre todos
los juramentos del amor.

Cada noche, a lo lejos, en esa lejanía donde el amante duerme con los ojos abiertos a otro mundo adonde nunca llegas,
ella cambia tu nombre por el ruido más triste de la arena;
tu voz, por un sollozo sepultado en el fondo de la canción que nadie ya recuerda;
tu amor, por una estéril ceremonia donde se inmola el crimen y el perdón.
Cada noche, en el deshabitado lugar adonde vuelves,
ella pone a secar la cifra de tu edad al bajar la marea,
o cose con el hilo de tus días la noche del adiós,
o prepara con el sabor del tiempo más hermoso ese turbio brebaje
que paladeas en la soledad,
ese ardiente veneno que otros llaman nostalgia
y que tan lentamente transforma el corazón en un puñado
de semillas amargas.

No la dejes pasar.
Apaga su camino con la hoguera del árbol partido por el rayo.
Arroja su reflejo donde corran las aguas para que nunca vuelva.
Sepulta la medida de su sombra debajo de tu casa para que por su boca la tierra la reclame.
Nómbrala con el nombre de lo deshabitado.
Nómbrala con el frío y el ardor,
con la cera fundida como una nieve sucia donde cae la forma de su vida,

con las tijeras y el puñal,
con el rastro de la alimaña herida sobre la piedra negra,
con el humo del ascua,
con la fosa del imposible amor abierta al rojo vivo en su costado,
con la palabra de poder
nómbrala y mátala.
Y no olvides sepultar la moneda.
Hacia arriba la noche bajo el pesado párpado del invierno más largo.
Hacia abajo la efigie y la inscripción:
“Reina de las espadas,
Dama de las desdichas,
Señora de las lágrimas:
en el sitio en que estés con dos ojos te miro,
con tres nudos te ato,
la sangre te bebo
y el corazón te parto”.

Si miras otra vez en el fondo del vaso,
sólo verás ahora una descolorida cicatriz cuyos bordes se cierran donde se unen las aguas,
pero pueden abrirse en otra herida, adonde nadie sabe.

Porque ella te fue anunciada en el séptimo día,
– en el día primero de tu culpa –,
y asumiste su nombre con el tuyo,
con los nombres vacíos, con el amor y con el número,
con el mismo collar de sal amarga que anuda la condena a tu garganta.

 

Para destruir a inimiga

Olha a que avança desde o fundo da água apagando o dia com as mãos
esvaziando em pedra gris o que destinavas à memória de fogo
cobrindo de cinzas as mais belas figuras prometidas pelas duas faces
dos sonhos
Leva sobre seu rosto o sinal:
essa cor de inverno deslumbrante que nasce onde morres
essas sombras parecidas as grandes asas que varrem desde sempre todos os juramentos do amor

Cada noite, ao longe, nessa distância em que o amante
dorme com os olhos abertos ao outro mundo onde nunca chegas
ela muda teu nome pelo ruído mais triste da areia
tua voz, por um soluço sepultado no fundo da canção que ninguém já recorda
teu amor, por uma estéril cerimônia onde se imola o crime e o perdão.
Cada noite, no desabitado lugar onde voltas,
ela põe para secar a cifra da tua idade enquanto a maré baixa
ou costura com o fio dos teus dias a noite do adeus
ou prepara com o sabor do tempo mais belo essa turva poção
que saboreias na solidão
esse ardente veneno que outros chamam nostalgia
e que tão lentamente transforma o coração em um punhado de
sementes amargas

Não permitas que passe
Apaga seu caminho com a fogueira da árvore derrubada pelo raio
Atira seu reflexo onde corram as águas para que nunca volte
Sepulta a forma da sua sombra debaixo da tua casa para que
por sua boca a terra a reclame
Que a batizes com o nome do desabitado
Com o frio e o ardor
com a cera fundida como uma neve suja onde cai a forma da sua vida

com as tesouras e o punhal
com o rastro do predador ferido sobre a pedra negra
com a fumaça da brasa
com o fosso do amor impossível aberto em vermelho vivo ao seu lado
com a palavra de poder
batizada e sacrificada
E não esqueças de enterrar a moeda
Acima a noite sob a pesada pálpebra do inverno mais longo
Abaixo a efígie e a inscrição:
“Rainha das espadas
Dama das desgraças
Senhora das lágrimas:
onde quer que estejas com dois olhos te contemplo
com três nós te ato
bebo teu sangue
e esmago o teu coração”

Se olhas outra vez no fundo do copo
só verás agora uma desbotada cicatriz cujas bordas se fecham
onde as águas se encontram
mas podem abrir outra ferida, ninguém sabe onde

Porque ela foi anunciada no sétimo dia
– No primeiro dia da tua culpa –
e assumiste seu nome com o teu
com os nomes vazios, com o amor e com o número
com o mesmo colar de sal amargo que ata o castigo na tua garganta

 

La cartomancia

Oye ladrar los perros que indagan el linaje de las sombras,
óyelos desgarrar la tela del presagio.
Escucha. Alguien avanza y las maderas crujen debajo de tus pies como si huyeras sin cesar y sin cesar llegaras.
Tú sellaste las puertas con tu nombre inscripto en las cenizas de ayer y de mañana.
Pero alguien ha llegado.
Y otros rostros te soplan el rostro en los espejos
donde ya no eres más que una bujía desgarrada,
una luna invadida debajo de las aguas por triunfos y combates,
por helechos.
Aquí está lo que es, lo que fue, lo que vendrá, lo que puede venir.
Siete respuestas tienes para siete preguntas.
Lo atestigua tu carta que es el signo del mundo:
a tu derecha el ángel,
a tu izquierda el demonio.
¿Quién llama?, ¿pero quién llama desde tu nacimiento hasta tu muerte
con una llave rota, con un anillo que hace años fue enterrado?
¿quiénes planean sobre sus propios pasos como una bandada
de aves?
las estrellas anuncian el cielo del enigma.
Mas lo que quieres ver no puede ser mirado cara a cara
porque su luz es de otro reino.
Y aún no es hora. Y habrá tiempo.
Vale más descifrar el nombre de quien entra.
Su carta es la del loco, con su paciente red de cazar mariposas.
Es el huésped de siempre.
Es el alucinado emperador del mundo que te habita.
No preguntes quién es. Tú lo conoces
porque tú lo has buscado bajo todas las piedras y en todos los abismos.
Y habéis velado juntos el puro advenimiento del milagro:
un poema en que todo fuera ese todo y tú
algo más que ese todo.

Pero nada ha llegado.
Nada que fuera más que estos mismos estériles vocablos.
Veamos quién se sienta.
La que está envuelta en lienzos y grazna
mientras hila deshilando tu sábana tiene por corazón
la mariposa negra.
Pero tu vida es larga y su acorde se quebrará muy lejos.
Lo leo en las arenas de la luna donde está escrito el viaje,
donde está dibujada la casa en que te hundes como una estría pálida
en la noche tejida con grandes telarañas por tu muerte hilandera.
Mas cuídate del agua, del amor y del fuego.
Cuídate del amor que es quien se queda.
Para hoy, para mañana, para después de mañana.
Cuídate porque brilla con un brillo de lágrimas y espadas.
Su gloria es la del sol, tanto como sus furias y su orgullo.
Pero jamás conocerás la paz,
porque tu fuerza es fuerza de tormentas y la templanza llora de cara
contra el muro.
No dormirás del lado de la dicha, porque en todos tus pasos
hay un borde de luto que presagia el crimen o el adiós,
y el ahorcado me anuncia la pavorosa noche que te fue destinada.
¿Quieres saber quién te ama?
el que sale a mi encuentro viene desde tu propio corazón.
Brillan sobre su rostro las máscaras de arcilla y corre bajo su piel
la palidez de todo solitario.
Vino para vivir en una sola vida un cortejo de vidas y de muertes.
Vino para aprender los caballos, los árboles, las piedras,
y se quedó llorando sobre cada vergüenza.
Tú levantaste el muro que lo ampara, pero fue sin querer la torre que lo encierra:
una prisión de seda donde el amor hace sonar sus llaves de insobornable carcelero.

En tanto el carro aguarda la señal de partir:
la aparición del día vestido de ermitaño.
Pero no es tiempo aún de convertir la sangre en piedra de memoria.
Aún estáis tendidos en la constelación de los amantes,
ese río de fuego que pasa devorando la cintura del tiempo que los devora,
y me atrevo a decir que ambos pertenecéis a una raza de náufragos que se hunden sin salvación y sin consuelo.
Cúbrete ahora con la coraza del poder o del perdón, como si no temieras,
porque voy a mostrarte quién te odia.
¿No escuchas ya batir su corazón como un alasombría?
¿no la miras conmigo llegar con un puñal de escarcha a tu costado?
ella, la emperatriz de tus moradas rotas,
la que funde tu imagen en la cera para los sacrificios,
la que sepulta la torcaza en tinieblas para entenebrecer el aire de tu casa,
la que traba tus pasos con ramas de árbol muerto, con uñas
en menguante, con palabras.
No fue siempre la misma, pero quienquiera que sea es ella misma,
pues su poder no es otro que el ser otra que tú.
Tal es su sortilegio.
Y aunque el cubiletero haga rodar los dados sobre la mesa del destino,
y tu enemiga anude por tres veces tu nombre en el cáñamo adverso,
hay por lo menos cinco que sabemos que la partida es vana,
que su triunfo no es triunfo
sino tan sólo un cetro de infortunio que le confiere el rey deshabitado,
un osario de sueños donde vaga el fantasma del amor que no muere.
Vas a quedarte a oscuras, vas a quedarte a solas.
Vas a quedarte en la intemperie de tu pecho para que hiera quien te mata.
No invoques la justicia.
En su trono desierto se asiló laserpiente.
No trates de encontrar tu talismán de huesos de pescado,
porque es mucha la noche y muchos tus verdugos.
Su púrpura ha enturbiado tus umbrales desde el amanecer
y han marcado en tu puerta los tres signos aciagos
con espadas, con oros y con bastos.

 

A cartomancia

Ouve os latidos que indagam a linhagem das sombras
como rasgam o pano do presságio
Escuta. Alguém avança e as tábuas rangem embaixo dos teus pés
como se fugisses sem cessar e sem cessar chegasses
Tu selaste as portas com teu nome inscrito nas cinzas de ontem e de amanhã
Mas alguém chegou
E outros rostos assopram teu rosto nos espelhos
onde não és nada além de uma vela de ignição perdida
uma lua sob as águas invadidas por triunfos e batalhas
por samambaias
Aqui está o que é, o que foi, o que virá, o que pode vir
Tens sete respostas para sete perguntas
Tua carta, que é o signo do mundo, confirma:
à tua direita, o anjo,
à tua esquerda, o diabo.
Quem chama? Mas quem chama desde teu nascimento até a tua morte
com uma chave torta, com um anel enterrado anos atrás?
Quem são os que planejam sobre os próprios passos como uma debandada de pássaros?
as estrelas anunciam o céu do enigma
Mas o que queres ver não pode ser visto frente a frente
porque sua luz é de outro reino
E ainda não é hora. E haverá tempo
É melhor descifrar o nome de quem entra
Sua carta é a do louco, com sua paciente rede para borboletas
Ele é o hóspede de sempre
É o imperador alucinado do mundo que te habita
Não perguntes quem é. Tu o conheces
porque tu o procuraste debaixo de todas as pedras e em todos os abismos
E com ele velaste o puro advento do milagre:
um poema em que tudo fosse esse tudo e tu
algo mais do que esse tudo

Mas nada chegou
Nada que fosse além dessas mesmas palavras estéreis
Vejamos quem se senta
A que está envolta em telas e grasna enquanto gira
desfazendo o lençol
tem a borboleta negra no lugar do coração
Mas sua vida é longa e seu acorde se romperá muito longe
Eu leio nas areias da lua onde a viagem está escrita
onde está desenhada a casa em que afundas como uma esteira clara
na noite tecida com grandes teias de aranha por tua morte fiandeira
Mas cuidado com a água, o amor e o fogo
Cuidado com o amor que é o que permanece
Para hoje, para amanhã, para depois de amanhã
Cuidado porque brilha com um brilho de lágrimas e espadas
Sua glória é a do sol, assim como suas fúrias e seu orgulho
Mas jamais conhecerás a paz
porque tua força é a força das tempestades e a temperança chora
de cara para a parede
Não dormirás do lado da bem-aventurança, porque em todos
os teus passos há uma borda de luto que pressagia o crime ou o adeus
e o enforcado me anuncia a noite terrível a ti destinada
Queres saber quem te ama?
o que vem ao meu encontro vem desde o teu próprio coração
Máscaras de argila brilham em seu rosto e corre sob sua pele
a palidez de todo solitário
Veio para viver em uma única vida, uma procissão de vidas e mortes
Veio para aprender os cavalos, as árvores, as pedras
e ficou chorando sobre cada vergonha
Ergueste a parede que o protege, mas foi sem querer a torre
que o aprisiona:
uma prisão de seda onde o amor tilinta suas chaves de insubornável
carcereiro

Enquanto o carro aguarda o sinal de partida:
a aparição do dia vestido de eremita
Mas ainda não é hora de converter o sangue em pedra de memória
Ainda estás deitado na constelação dos amantes
esse rio de fogo que passa devorando a cintura do tempo que os devora
e ouso dizer que ambos pertencem a uma raça de náufragos
que afundam sem salvação e sem consolo
Cobre-te agora com a couraça do poder ou do perdão
como se não temesses, porque vou revelar quem te odeia
Já não escutas bater seu coração como uma asa negra?
Não a vês chegar comigo com um punhal de geada ao teu lado?
Ela, a imperatriz de suas moradas destruídas
a que funde a tua imagem na cera dos sacrifícios
a que enterra a pomba na treva para escurecer o ar da tua casa
a que bloqueia seus passos com galhos de árvores mortas, com unhas
em minguante, com palavras
Não foi sempre a mesma, mas quem quer que seja é ela mesma
porque seu poder não é outro que ser outra e não tu
Esse é o seu sortilégio
E mesmo que o porta-copos lance os dados na mesa do destino
e tua inimiga ate teu nome três vezes no cânhamo adverso
há pelo menos cinco que sabemos que o jogo é vão
que seu triunfo não é triunfo
mas tão só um cetro de infortúnio que lhes confere o rei desabitado
um ossário de sonhos onde vaga o fantasma do amor que não morre
Vais ficar no escuro, vais ficar a sós
Vais ficar na intempérie do teu peito para ferir quem te mata
Não invoques a justiça
Seu trono deserto abrigou uma serpente
Não tentes encontrar teu talismã de espinhas de peixe
porque a noite é longa e seus carrascos são muitos
Seu púrpura turvou teus umbrais desde o amanhecer
e na tua porta foram marcados os três signos fatídicos
com espadas, ouros e bastos

Dentro de un círculo de espadas te encerró la crueldad.
Con dos discos de oro te aniquiló el engaño de párpados
de escamas.
La violencia trazó con su vara de bastos un relámpago
azul en tu garganta.
Y entre todos tendieron para ti la estera de las ascuas.
He aquí que los reyes han llegado.
Vienen para cumplir la profecía.
Vienen para habitar las tres sombras de muerte que escoltarán tu muerte
hasta que cese de girar la rueda del destino.

A crueldade te encerrou em um círculo de espadas
Com dois discos de ouro, o engano das pálpebras de escamas
te aniquilou
A violência traçou com sua vara de bastos um relâmpago
azul na tua garganta
E entre todos estenderam para ti a esteira das brasas
Eis aqui, os reis chegaram
Vieram para cumprir a profecia
Vieram para habitar as três sombras da morte que escoltarão tua morte
Até que cesse de girar a roda do destino

Guárdalo en la vigilia de tu pecho igual que un centinela.
Pero vela con él.
Puede crecer en ti como la mordedura de la lepra;
puede ser tu verdugo.
¡El inocente monstruo, el insaciable comensal de tu muerte!

 

 

Para hacer un talismán

Se necesita sólo tu corazón
hecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios.
Un corazón apenas, como un crisol de brasas para la idolatría.
Nada más que un indefenso corazón enamorado.
Déjalo a la intemperie,
donde la hierba aúlle sus endechas de nodriza loca
y no pueda dormir,
donde el viento y la lluvia dejen caer su látigo en un golpe
de azul escalofrío
sin convertirlo en mármol y sin partirlo en dos,
donde la oscuridad abra sus madrigueras a todas las jaurías
y no logre olvidar.
Arrójalo después desde lo alto de su amor al hervidero de la bruma.
Ponlo luego a secar en el sordo regazo de la piedra,
y escarba, escarba en él con una aguja fría hasta arrancar
el último grano de esperanza.
Deja que lo sofoquen las fiebres y la ortiga,
que lo sacuda el trote ritual de la alimaña,
que lo envuelva la injuria hecha con los jirones de sus antiguas glorias.
Y cuando un día un año lo aprisione con la garra de un siglo,
antes que sea tarde,
antes que se convierta en momia deslumbrante,
abre de par en par y una por una todas sus heridas:
que las exhiba al sol de la piedad, lo mismo que el mendigo,
que plaña su delirio en el desierto,
hasta que sólo el eco de un nombre crezca en él con la furia del hambre:
un incesante golpe de cuchara contra el plato vacío.

Si sobrevive aún,
si ha llegado hasta aquí hecho a la viva imagen de tu demonio
o de tu dios;
he ahí un talismán más inflexible que la ley,
más fuerte que las armas y el mal del enemigo.

 

 

Para fazer um talismã

É preciso apenas teu coração
feito à viva imagem do teu demônio ou do teu deus
Apenas um coração, como um crisol de brasas para a idolatria
Nada além de um indefeso coração apaixonado
Que fique na intempérie
onde a relva uive seus lamentos de ama de leite louca
e não possa dormir
onde o vento e a chuva o atinjam com seu chicote
de calafrio azul
sem que se petrifique ou se divida em dois
onde a escuridão abra suas tocas a todas as matilhas
onde seja incapaz de esquecer
Depois, do alto do teu amor joga teu coração na fervura da bruma
e deixa secar no surdo colo da pedra
e escarva, escarva com uma agulha fria até arrancar dele o último
grão de esperança
Que seja sufocado pelas febres e pela urtiga
que estremeça sob o trote do ritual do predador
que o envolva a injúria feita com os farrapos das antigas glórias
E quando um dia um ano o prenda com a garra de um século
antes que seja tarde
antes que se converta em múmia deslumbrante
abre de par em par e uma por uma todas suas feridas:
que as exiba ao sol da piedade, igual ao mendigo
que chora seu delírio no deserto
até que só o eco de um nome cresça nele com a fúria da fome
uma incessante batida de colher no prato vazio

Se ainda sobrevive
se chegou até aqui feito à viva imagem de teu demônio
ou de teu deus
terás um talismã mais inflexível que a lei
mais forte que as armas e o mal do inimigo

Guarda-o no teu peito vigilante como um sentinela
Mas vela com ele
Pode crescer em ti como a chaga da lepra
pode ser o teu carrasco
O monstro inocente, o insaciável conviva da tua morte

 

tan editorial

Idealizada por Thomaz Albornoz Neves, a chancela tan ed. reúne títulos  de autores cisplatinos e afins. São obras de fotografia, arte, poesia, ensaio e relato escritas em português e espanhol (com alguma pitada de portunhol). O empreendimento é solitário, sazonal e sem fins lucrativos. Os livros têm a mesma identidade gráfica e são, na sua maioria, ilustrados com desenhos do editor. A tiragem varia entre 75 e 300 exemplares numerados.